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SER PROFETA: UN RETO PARA HOMBRES SENSIBLES

Voy a tratar de escribir algunas ideas que se me ocurren y que pueden servir para la reflexión de la homilía del próximo domingo IV del tiempo ordinario en el ciclo C.

El comienzo del libro de Jeremías, nos narra la vocación del profeta como algo para lo que venía destinado, "antes que te formaras en el seno materno, antes de que nacieras, te consagré..."  ¿Supone esto entonces que ya nacemos predeterminados para realizar un oficio o para desempeñar alguna labor? Obviamente no, eso sería una teología de la predestinación que está tan mandada a recoger como el judaísmo que fue donde se creó, basados en una visión muy estrecha de Dios.

A lo que se refiere este texto apunta a una vocación general de todos los hijos de Dios, tendríamos que decir hoy en el cristianismo, una vocación de todos los bautizados.  Como lo dice el ritual de bautismo:  

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que te ha liberado del pecado y dado nueva vida

por el agua y el Espíritu Santo,

te consagre con el óleo de la salvación

para que entres a formar parte de su pueblo

y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey.

Cuando recibimos el bautismo fuímos ungidos con el santo crisma y se pronunciaron estas palabras sobre nosotros por las cuales se nos cosagra como sacerdotes, profetas y reyes al ser miembros del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia..

También Dios le adelanta al profeta Jeremías que lo va a convertir "...en ciudad fortificada, en columna de hierro, en muralla de bronce..." Esto puede sonar muy atrayente y alagüeño pero en realidad no son tan buenas noticias; si va a ser tan fuerte es porque va a recibir muchos ataques y va a tener que soportar mucha carga, Es lógico, no se hace algo fuerte y resistente para sostener poco peso o cuando va a ser un simple adorno.

A los consagrados o bautizados nos espera una tarea difícil: tenemos que ser profetas, es decir, ser la piedra en el zapato para muchos, no podemos conformarnos ni acomodarnos a las vanalidades del mundo, no podemos dejar pasar las cosas y hacernos los que no vemos, ni oímos, ni nos damos cuenta de nada.  Precisamente un profeta es un ser supremamente sensible: todo lo toca, todo lo afecta, todo lo ve y nada se puede callar.

Jesús es el profeta por excelencia, vino a ver, oír y sentir el dolor del ser humano, las injusticias y todo lo que está mal; no vino a "caerle bien" a todo el mundo, no vino a tener un club de fans o seguidores que le dieran "like" a todas sus acciones y palabras. Por el contrario desde el primer momento, desde el comienzo, empezó a chocar con la multitud; según el evangelio de Lucas que leemos este domingo querían desbarrancarlo como se acostumbraba hacer en la época con las personas no gratas.

¿Eres conciente de que como ungido (Cristo en griego o Mesías en hebreo) tienes una labor que realizar?; ¿Eres conciente de que al ser bautizado no puedes entrar a congraciar con las injusticias y los desmanes de la humanidad?

Que sea este el momento para replantearnos nuestra labor como profetas.

En Jesús y María,

Padre HENRY DE JESÚS

Reflexión dominical: 
Si