Unas humildes palabras, en conmemoración a la historia de vida y obra del Sacerdote Juan José Cárdenas Ortíz.
HERMANITO, HÁÁÁÁÁÁGALE PUES!!!
Eran sus palabras, para incitar a una misión, para retarte, para invitarte y embarcarte en su canoa de pescador de hombres, que aunque tú no lo supieras, él no sabía nadar; Pero lo que si sabía era bautizarte en la Fe de Dios, es increíble cómo alguien que no sabía nadar en el agua, con el poder la Fe te entregaba el timonel de la chalupa, para que te enfrentaras a las dificultades de las embates de la vida y surcar todos juntos en el propósito de un mejor mañana para este resplandeciente magdalena medio, para sumergirte en el amor de la Iglesia, de la Diócesis de esta perla hermosa Barrancabermeja.
Como buen pescador de hombres, iniciaba su faena a muy tempranas horas, día a día cumplía su misión de construir la estructura evangelizadora de las comunidades de sus parroquias San Martin de Loba, del Señor de los Milagros, de Nuestra Señora de los Dolores, San Francisco de Asís, La Guadalupana entre otras más, en las cuales lanzó sus redes de servicio, de amor, de unión social y edificar valores para cada una de las almas, mentes y corazones que llegó a atrapar, impactar y transformar en su camino, enseñando como la aceptación en el amor de cargar la Cruz de Jesús promueve a cada familia.
Él despertaba, oraba, leía y prendía su radio transistor para sintonizarse con el Espíritu Santo a través de un rosario, sabiendo que en el ejercicio de ser misionero para el pueblo de Dios, no tenía una cama propia, ni casa, ni donde recostar la cabeza, solo tenía el techo y una hamaca que le brindaban sus amigos, junto con los alimentos que le ofrecían su comunidad; porque sin saberlo comenzó su preparación desde hace unos 45 años para llegar hasta el final en las Margaritas, donde muy temprano en su juventud recorría por la veredas, los senderos empedrados, los caminos reales entre las montañas que lo vieron nacer e interactuaba con los ancianos de su pueblo Enciso, y finalmente consumir su última cena al lado de su Mamita Guadalupana y de su familia espiritual.
Reconoció, que durante el ejercicio de su seminario, sus pasos y Dios lo llevaron a visitar Barrancabermeja, donde se enamoró perdidamente de su gente, de su majestuoso río Magdalena, de su boca chico, de sus planicies pero claramente desde el calor de su Misión fue flechado por todas y cada una de la necesidades que se manifestaban en esta tierra, entre ellas; la falta de obreros para esta Diócesis, de la unión familiar, del reconocimiento de la Mujer y del Trabajador, de la superación a la misma violencia, el desplazamiento de comunidades, desde todas estas problemáticas, como buen estratega con ahínco y berraquera nació el fortalecimiento por la idea en la Fe de la pastoral obrera, al igual que el estar unido por siempre a la OFP, del magisterio y en general de la sociedad de Barrancabermeja y del Magdalena Medio.
Es por ello que dice el adagio pastoral entre sus coequiperos sacerdotes, que como guía espiritual…donde posaba sus manos brotaba agua, nacía un árbol, engendraba un buen corazón, si era necesario corregía con palabras recias y tono fuerte, pero en el fondo con mucho Amor creaba vida, nuevas conciencias, el perdón a las ofensas es el verdadero significado del Amor; es así como transmitía al Espíritu de Dios y las bendiciones que él nos da, sus acciones de Sacerdote por lo cual se dio a conocer, manifestaron la esencia de su trabajo y esfuerzo que fueron la imagen buena y abundante de un hombre obrero que dio mucho fruto en la viña del Señor.
Desde cuándo comenzó el jornal en la Fortuna y veredas aledañas, se motivó el gran cambio en su vida, en la promoción del centro de pastoral y a la vez cuasi parroquia de San Francisco de Asís, permitiendo conocer a cada momento que su propósito de vida fue el servicio al prójimo, a la Iglesia y a Dios; en sus propias palabras “me gustaría que desde aquí se motivara a la personas en la Fe, en la ayuda espiritual, a los sacerdotes, a reagrupar el rebaño y ser el alimento espiritual para todos, y más para los desamparados”.
Desde la lógica humana, ser misionero puede resultar una labor muy difícil y peligrosa, pero desde los ojos de Dios ver a alguien trabajar por amor al prójimo, por defender a cualquiera de las balas sin temor a la muerte, por rescatar a una mujer de la indiferencia, por salvar a un hombre de la desdicha de un abismo en el corazón, por crear una asociación comunitaria, por fundar una cooperativa y dignificar el trabajo, por forjar una mejor sociedad, por intermedio de la entrega del cuerpo y la sangre de Cristo a cada una las hijas e hijos huérfanos que dejaba la guerra, de la falta de amor entre hermanos, de la falta de Fe en Jesús y Mamita María, por el temor a Dios.
Por todos aquellos que le llamaban “Padre”; merece que recalquemos las palabras del hijo de Dios, “yo soy el buen pastor que entrega la vida por sus ovejas”, y que siguiendo este ejemplo, Juancho se inmoló por todos nosotros; solo tenemos la plena seguridad de que tu nombre está escrito con letras doradas en el libro de la Vida y que estás en el Paraíso en la diestra del Padre, y que desde allí nos sigues llamando a trabajar por el pueblo de Dios, y con el ferviente deseo de verte en la casa del Señor.
Un pastor con olor a Oveja incansable, que fue llamado a la presencia de Dios con las botas puestas, luego de hacer lo que más le gustaba, celebrar la eucaristía, la del Corpus Cristi dejando escrito en la memoria y todos los que te conocimos el legado que no ha muerto, por el contrario vive en cada uno de nosotros y a la vez se ha inmortalizado.
“Luego de la noche oscura, no le entregaremos nada a la muerte, todo se lo entregaremos a la vida y a Dios”. Alabado sea Dios, Alabado sea Jesucristo, Alabado sea el Espíritu Santo, Alabada sea la Virgen María.
Un fiel HERMANITOOOO…